Templos de la ciudad

Comienza la visita en la Oficina de Turismo (Plaza del Raso 16), donde te pueden ofrecer información y horarios de los templos.

Enfrente se sitúa la Iglesia de Santiago. Su fachada es un claro exponente del Neoclasicismo en España. Comienza a construirse a principios del s. XVII para sustituir a la que se ubicaba junto a la muralla. Llama la atención por su amplitud y entre sus piezas destaca el retablo mayor dedicado a Santiago, realizado por Diego Camporredondo.

Desde la plaza, atravesando las calles Santiago y Enramada llegas a la Iglesia de San Andrés. Su pórtico contiene un tímpano muy original que representa el triunfo del cristianismo sobre el paganismo, simbolizado por el sol, la luna y la sinagoga. El templo se edifica a partir del s. XVI y acoge obras de gran interés artístico como el cuadro de la Inmaculada atribuido a Ribera.

Por las calles San Andrés y Deán Palacios encuentras la Iglesia de San Francisco, centro de exhibición de los Pasos de la Semana Santa calagurritana, declarada de interés turístico nacional. También alberga el conocido como “Monte Sacro”, escenificación en miniatura de los distintos episodios de la pasión de Cristo.

Al descender por la C/ Cuesta de la Catedral alcanzas dicho templo, la Catedral de Santa María. Sede episcopal desde s. IV, se sitúa en el lugar donde fueron martirizados los Santos patronos San Emeterio y Celedonio. Destaca su fachada, pila bautismal, urna de los santos, retablo de San Pedro, la sacristía y el museo diocesano, ubicado en su claustro plateresco.

Si cruzas el rio, dejas a un lado la Fuente de los Trece Caños y sigues el camino, llegas hasta el Santuario de la Virgen del Carmen, patrona de la ribera, un edificio de estilo herreriano en el que viven en la actualidad los padres carmelitas. Cercano a éste, se encuentra el crucifijo-humilladero del s. XVI relacionado con el camino Jacobeo del Ebro.

Cruzando de nuevo el río, esta vez por el parque del Cidacos, te diriges hacia el Monasterio de San José, al que solo puedes acceder de visita al exterior e interior de la Iglesia. En ella se encuentran piezas de gran valor entre las que destaca “El Cristo atado a la columna” de Gregorio Hernández.

Regresa al Centro de la ciudad por la Cuesta de las Monjas y las calles Bellavista y Eras.